Cenicienta Crash acude al ansiado baile, pero al llegar las doce, huye despavorida, cayéndosele el támpax de cristal. El joven queda prendado de ella, y ordena buscar a la poseedora de aquel delicado y finísimo támpax, que por su tamaño y características, sólo podría pertenecer a una doncella intacta.
El príncipe, que tenía pelo de clik de playmóbil, la intenta acorralar, pero las tijeras del hada se encargan de resolver el entuerto.
Una noche, yendo por el barrio del Carmen, me asaltó un yonki diciéndome "Chsss...., chica, te vendo unas revistas porno por cien pesetas, míralas, tienen hombres desnudos"!.. Se trataba de unas revistas vintage, del año de la pera, y claramente enfocadas al público homosexual. Eran bastante cutres, los modelos llevaban calcetines, tatuajes talegueros, y a algunos se les veía claramente necesitados de dinero por posar. Se llamaban GUY, creo recordar, y tenía títulos tan cursis como "Adrián, bailarín en la escuela de los muchachos en flor". Con algunos recortes infames hice estas páginas.
Contraportada, con las fotos de una fiesta de disfraces que hicimos en casa.
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